Ricardo García

Verano en el Casco Histórico: Sombras que Faltan, Ruido que Sobra.

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Calle del Casco Histórico de Alcalá de Henares de noche con personas y terrazas.»

Ha llegado el verano a Alcalá de Henares y el Casco Histórico vuelve a convertirse en un escenario difícil para quienes aún lo habitamos. El calor aprieta con fuerza y la falta de sombra se hace más patente que nunca. Salvo pequeños oasis como la Plaza de Palacio, algunos rincones de la Plaza Cervantes o la Plaza de los Santos Niños y El Huerto de los Leones (si las alertas por altas temperaturas lo permiten) el resto del centro se transforma en un horno urbano. Calles y plazas sin arbolado, sin toldos, sin soluciones. Quienes queremos pasear, convivir o simplemente descansar, no encontramos refugio alguno.

La Ocupación del Espacio Público

A esta situación se suma otro fenómeno que se ha intensificado en los últimos años: la ocupación del espacio público por terrazas y veladores. Lo que comenzó como una medida temporal para apoyar a la hostelería en tiempos difíciles, se ha consolidado como un modelo de ocupación intensiva y, en muchos casos, abusiva. Hemos comprobado cómo la peatonalización del centro, que en principio debía recuperar el espacio para las personas, ha sustituido el tráfico rodado por un tráfico constante de bandejas, sillas y altavoces. Donde antes había coches, ahora hay veladores; donde se redujo la contaminación atmosférica, aumentó la contaminación acústica. Y donde se esperaba más vida vecinal, lo que ha crecido es el ocio nocturno.

En este contexto, la reciente reducción del número de veladores en la calle Mayor (pasando de 10 a 5 por local en algunos tramos o 6 en otros) ha supuesto un alivio para los residentes de esa zona. Este cambio ha demostrado que es posible avanzar hacia un modelo más equilibrado, que respete la convivencia sin ahogar la actividad económica. Sería deseable que esta medida se extendiera al resto del Casco Histórico, donde todavía abundan los excesos. El modelo de 5 veladores por local no solo es más lógico, sino también más justo con quienes apostamos por seguir viviendo en el centro.

Zonas Especialmente Afectadas y Ocio Nocturno.

Sin embargo, aún persisten zonas especialmente afectadas, como la Plaza de los Irlandeses, la Plaza Cervantes o calles como Cerrajeros, Ramón y Cajal o el entorno del Mercado. Allí, el llamado tardeo ha ido colonizando las tardes y noches de los fines de semana, transformando el centro en una gran zona de fiesta continua. Música a todo volumen, consumo de alcohol en plena calle y una creciente sensación de impunidad deterioran gravemente la convivencia. Quienes vivimos en estas calles ya no solo sufrimos las noches en vela, sino también la pérdida paulatina de nuestra calidad de vida y del comercio tradicional, que se ve desplazado por un modelo basado exclusivamente en bares.

Gestión de Residuos: Un Problema Adicional.

A esto se añade el problema de la gestión de residuos. El nuevo sistema de recogida implantado en la calle Mayor, que cumple un año ya, ha puesto sobre la mesa un asunto de fondo: el modelo de consumo de “usar y tirar” que genera una enorme cantidad de residuos, especialmente por parte de la hostelería. Al cierre de los locales, carros, bolsas y envases recorren las calles del centro camino de unos contenedores situados en las calles colindantes que, con el calor, desprenden olores insoportables. La recogida nocturna y el ruido asociado al proceso hacen aún más difícil el descanso vecinal. Frente a esta situación, sigue sin existir un sistema de reciclaje real, efectivo y respetuoso con el entorno o los vecinos.

Luces y Sombras de la Oferta Cultural

No todo son malas noticias. La reciente apertura del cine de verano en el recinto amurallado es un ejemplo de actividad cultural bien encauzada, que respeta el entorno y enriquece la vida de la ciudad sin molestar a los vecinos. Un acierto que contrasta con los Conciertos de la Muralla, cuya localización en pleno casco urbano continúa generando un enorme malestar. El exceso de decibelios y las fuertes vibraciones que producen afectan tanto a la salud de quienes viven en las inmediaciones como al propio patrimonio monumental.

Un Llamado al Ayuntamiento

¿Será capaz el Ayuntamiento de actuar con responsabilidad y trasladar estos conciertos fuera del casco urbano? ¿Medirá con rigor los niveles de ruido y suspenderá aquellos eventos que superen los límites legales? ¿Adoptará medidas efectivas para proteger a los vecinos y al patrimonio frente a las consecuencias de este modelo de ocio intensivo? Es posible otra forma de gestionar el Casco Histórico, una que respete a quienes lo habitan y cuide lo que lo hace único. El verano deja al descubierto —una vez más— que no se trata solo de sombras que faltan, sino también de un modelo de ciudad que necesita urgentemente un cambio de rumbo.

Este artículo ha sido previamente publicado en varios medios de comunicación locales de Alcalá de Henares.

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